Nuevamente Amazon es protagonista de la actualidad tecnológica, aunque el último tema que tratamos esta semana es realmente espectacular: una estación espacial con ascensor desde la tierra.
Abre Amazon 4-star, los productos de 4 o más estrellas llevados al mundo real
Amazon, otra vez Amazon ocupa la actualidad de nuestro semanario. Y lo hace con una propuesta que nos ha sorprendido a todos. Después de revolucionar el mercado con las tiendas sin cajas físicas ni empleados (solo uno que controla que los menores no compren bebidas alcohólicas y que repone las estanterías), las famosas Amazon Go de las que hemos hablado largo y tendido, ahora traen una nueva propuesta, las Amazon 4-star. Estas tiendas ofrecen productos cuya valoración en Amazon es 4 estrellas o más, e intentan llevar conceptos de e-commerce a entorno real, como secciones tipo «Tendencias», «Top ventas», «Top en listas de deseos» y colecciones por temática y productos relacionados que frecuentemente se compran juntos.
Cada producto contará además con una etiqueta digital que se actualiza con el precio, las reseñas que tiene el producto, su valoración en tiempo real y el precio especial para clientes Prime. Es en esencia, la tienda online traída al mundo real.
Aunque nos da la impresión de que es un “carísimo” experimento que está realizando Amazon, (no os preocupéis, se los puede permitir), no deja de resultar irónico que el paradigma de tienda online esté haciendo estos titánicos esfuerzos por tener presencia en el mundo real.
Amazon invierte en casas prefabricadas para que tu casa entera esté gobernada por Alexa
Y más Amazon. Debemos comunicar que no tenemos ningún contrato publicitario con la compañía, es que literalmente es la más activa del mercado tecnológico, y una de las más innovadoras (y era una simple tienda de libros online…).
Ahora va a por el mercado inmobiliario, en concreto a por las casas prefabricadas de lujo, invirtiendo en Plant Prefab, empresa Californiana enfocada a este mercado, y con una intención muy concreta: que la casa vaya equipada de serie con Alexa, su asistente virtual.
La intención es que Alexa sea omnipresente en toda la casa, e integrada con todos los electrodomésticos y domótica del hogar, pudiendo controlar todos los elementos a través de la voz en cualquier lugar de la casa. “Apaga los enchufes”, “abre las persianas y ventanas” o “pon el modo cine” estarán disponibles de serie, aunque espero que también regulen la gestión de la información recibida, porque Alexa podrá ver y oír todo lo que ocurre en nuestro hogar, y, sinceramente, a pesar de lo que me gusta la idea, me recuerda peligrosamente al ordenador HAL de “2001, odisea en el espacio”.
Robomaster Shenzen 2018, batallas de robots, deporte de ingenieros
La mayor competición de robots del mundo nace, se desarrolla y se posiciona como un deporte para ingenieros precoces, para universitarios con ganas de poner en práctica sus conocimientos de software y robótica y de lucirlos en el torneo parido por la mayor empresa de drones del planeta, DJI.
El mecanismo por el que compiten los robots aúna elementos de los e-sports, del battle royale y de la conquista de la base enemiga. Dos equipos de cinco miembros en los que cada uno controla un robot diferente se enfrentan buscando maximizar el daño que se infringen el uno al otro en disparos con pequeñas pelotas que expulsan los androides.
Cuando uno de los robots ha sufrido suficiente daño queda en suspenso su funcionamiento, siendo sólo recuperable si uno de los miembros de su equipo con rol «enfermero» lo lleva a su base donde recarga energía. Otros miembros del equipo tienen un funcionamiento limitado (los drones para poder usarlos en sitios con mucho público sólo se mueven por una cuerda) y el resto se mueve por la arena de combate según los humanos del equipo los comandan. Hay un añadido de complejidad, al igual que los coches de Fórmula 1 se detienen para repostar, los robots se quedan sin munición y deben acudir a recargar pelotas para seguir atacando.
Para entender la estrategia en la competición hay que partir de cómo se dictamina el vencedor. La base de cada equipo comienza siendo inexpugnable, sólo se le puede empezar a hacer daño si primero se ha eliminado a un robot contrario. Quien destruya la base rival primero, gana; si ninguno lo consigue en siete minutos, el que más daño haya hecho en total es el vencedor.
Es por eso que los equipos tienen incentivos para ser muy defensivos (proteger mucho a cada robot y no exponerlo) pero también un gran premio si son agresivos (todos a por un robot contrario y abrir su defensa). Los jugadores tienen una vista «en primera persona» de lo que ve el robot, como en los videojuegos, y su destreza para pilotar y disparar pesa en el resultado.
Esta competición, creada inicialmente para que compitieran universidades chinas e incentivar la investigación e innovación (y de paso, quitarle el sambenito al país de únicamente copiar, no innovar) se ha popularizado y abierto internacionalmente, y se ha convertido en un espectáculo a la altura de los cada vez más famosos (y mejor premiados) e-sports.
La puesta en escena es sencillamente espectacular, la “realidad” de los que ves (no son gráficos, son pequeños robots reales) moviéndose, interactuando y realizando estrategias conjuntas te dejan ojiplático, y en china, los jóvenes ingenieros la siguen como a Messi y Ronaldo en nuestro país. ¿Para cuando en España?
Estación espacial con ascensor desde la tierra
https://www.youtube.com/watch?v=5Rri91JULIY
En 2014 (ya hablamos de esta noticia anteriormente), la empresa japonesa Obayashi (constructora) nos mostraba un proyecto para crear una estación espacial unida a la tierra por un ascensor. Sí, 36.000 km de tubo para conectar la estación espacial con una base marítima con un ascensor dentro.
Y cuando lo presentaron, todo el mundo rio la gracia y no le dieron ni el más mínimo viso de realidad. Pues la universidad de Shizuoka se mete en el proyecto y parece que está más cerca de convertirse en realidad de lo que imaginábamos.
Cuando el sistema esté finalizado, indican sus responsables, hasta 30 personas podrán viajar a esa estación espacial en un vehículo con forma de óvalo que medirá 18 metros de largo y 7,2 metros de ancho y que tratará de hacer el viaje lo más confortable posible. Sobre todo, teniendo en cuenta que el vehículo se moverá a 200 km/h y que el trayecto completo durará ocho días.
Ese ascensor estará gobernado por un motor eléctrico que será el que permita enviar ese óvalo de un punto a otro a través de cables con una longitud total de 96.000 km que según los responsables del proyecto estarán fabricados con nanotubos de carbono. El coste estimado del proyecto es de 9.000 millones de dólares.
Este mes de septiembre se prevé lanzar una primera prueba piloto para evaluar el movimiento de un contenedor sobre el cable de transporte que está en el espacio. Para ello se enviarán dos pequeños satélites cúbicos de 10 cm de lado conectados por un cable de acero de 10 metros. Esos satélites se enviarán desde el Centro Espacial Tanegashima en Kagoshima hasta la Estación Espacial Internacional el próximo 11 de septiembre.
Si todo va como se espera, esos satélites se enviarán con un contenedor motorizado que actuará como un coche elevador que viajará a lo largo del cable y cuyo trayecto se grabará con cámaras colocadas sobre los dos satélites.
El proyecto, claro, se enfrenta a retos muy importantes, como el del diseño de cables que sean resistentes a los rayos cósmicos —de ahí el uso de los nanotubos de carbono como candidatos preferidos para los investigadores—, las posibles colisiones con meteoritos y residuos espaciales o la transmisión de energía desde la Tierra al espacio.
De lograrse el objetivo, los costes de enviar material y personas a una estación espacial se reducirían de forma notable. Se estima que cuesta 22.000 dólares enviar un kg de carga a través de un transbordador espacial, mientras que este ascensor reduciría ese coste a unos 200 dólares.
Xisco Luque, programador y experto en nuevas tecnologías de IB Magazine
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