Una de las principales atracciones de Mallorca continua siendo el ferrocarril de madera que conecta Palma y Sóller, tren que originalmente transportaba fruta desde el valle de Sóller a Palma. El tren de Sóller cuenta con su propia estación en Palma (a pocos metros de la estación intermodal de Plaza España) y tarda aproximadamente una hora en llegar a la estación de Sóller, haciendo antes parada en las estaciones de Son Sardina y Bunyola.
Durante el viaje se disfruta del paisaje, que incluye viaductos, puentes y 13 túneles. Algunos servicios ofrecen una parada en el camino donde poder captar imponentes imágenes de la serra de Alfabia y el valle de Sóller.
Tras haber explorado sus calles te recomendamos utilizar el tranvía que te llevará hasta Port de Sóller. El servicio está disponible durante todo el año, excepto en enero que es cuando se le hace el mantenimiento.
Solo con traspasar el umbral de la estación de Palma ya te sientes transportado en el tiempo. El singular recinto ferroviario constituye un oasis de calma y sosiego en medio del trajín de la ciudad.
Si se llega con tiempo suficiente, desde el andén, cubierto de una marquesina que ofrece sombra y resguardo al viajero, se puede contemplar las maniobras de acople del automotor al resto del convoy, un proceso que, entre los toques de trompetilla de los guardavías y los graves pitidos de la máquina, se ha repetido diariamente durante más de un siglo.
También se puede visitar la exposición «50 paisajes de Mallorca», una muestra pictórica que cubre las paredes de una antigua cochera reflejando la visión que han tenido de la naturaleza de la isla importantes artistas locales y foráneos .
El tren de Sóller conserva el mismo aspecto desde su inauguración, gracias al cuidado artesanal y continuo que ha recibido a lo largo de los años. Los asientos pueden intercambiar su posición para que el viajero pueda elegir si sentarse frente a sus compañeros de grupo o hacerlo de forma separada, de cara al sentido del viaje. En el vagón de primera clase, unos sofás sustituyen a los asientos, haciendo el viaje todavía más cómodo. Una atalaya rodante única para la contemplación del paisaje mallorquín, con el sabor de la “Belle Époque”.
Es un fascinante trayecto de una hora de duración que te lleva a otro tiempo y a otra Mallorca. A la época en la que las cosas sucedían de modo más pausado y el tren era un artefacto moderno que representaba el futuro y el progreso. A la Mallorca de los abuelos, la más desconocida, la agrícola y tradicional.
Tras unos minutos de recorrido urbano, el Tren de Sóller va cruzando los últimos arrabales de la ciudad y sale de la misma en dirección norte, rumbo a su destino en el corazón de la Serra de Tramuntana. La primera parada es en la estación de Son Sardina, una parroquia de Palma de carácter rural.
Descubre la mágica sensación de viajar en el centenario tren de madera y tranvía histórico.
Ya fuera de la ciudad, el camino de hierro se adentra en línea recta en el campo mallorquín, la Part Forana, como llaman los isleños a todo el territorio que no pertenece a la capital. A ambos lados del convoy, el paisaje, con el telón de la sierra al fondo, se cubre de campos de algarrobos y almendros. Estos últimos, cuando están en flor a principios de febrero, constituyen una de las típicas postales del paisaje interior de Mallorca.
A lo largo de este tramo se pueden distinguir grandes casas rurales que presiden los diferentes predios: Sa Font Seca, Son Termes, Son Amar, Raixa y s’Alqueria Blanca.
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Agradecimiento imágenes: comunicación Tren de Sóller