Pensándolo bien / Un tal Javier Fernández

Francisco González

Un tal Javier Fernández

Hoy les voy a hablar de un tal Javier Fernández López. El nombre, tan corriente, tal vez no les diga nada. Si les aclaro que es patinador artístico sobre hielo, quizás les suene un poco. Les doy otra pista: fue el abanderado del equipo español en los Juegos Olímpicos de Sochi, aunque esos Juegos fueron de invierno y no nos enteramos mucho. Y ésa es la pena, que los medios de comunicación nos hayan contado tan poco de este héroe.
En unos tiempos en que se buscan figuras patrias que inspiren admiración y orgullo, sorprende el ninguneo al que se somete al que tal vez vaya a ser –como suena– el mejor deportista español de todos los tiempos. El palmarés de este joven madrileño es impresionante: a sus 26 años, Javier Fernández es dos veces campeón del mundo y seis veces campeón de Europa, el último campeonato continental ganado este mismo mes. Dicen los expertos que el chaval es de lo mejorcito, un fenómeno en el difícil arte de bailar patinando.

Conste que no soy yo muy partidario de los grandes esfuerzos y sacrificios, ni de las tristes repeticiones extenuantes en la soledad del entrenamiento, pero no cabe menos que reconocer el trabajo bien hecho, la voluntad, el mérito y el talento, y nuestro patinador los tiene a paladas. Casi prefiero ni hacer las típicas comparaciones con el reconocimiento que tienen, cómo no, los futbolistas. Porque, pensándolo bien, lo realmente meritorio es que un chico de barrio como Javier, en un país como éste y en un deporte minoritario como el patinaje artístico, sin tradición ni afición, asombre al mundo. De hecho, para poder llegar a dónde llegó se nos fue a vivir a Canadá, aunque su sueño confeso es dirigir algún día una escuela de patinaje en España.
Hay vida más allá del fútbol, del basket y de las motos. Los deportes llamados minoritarios con frecuencia poseen una belleza desconocida que merece la pena descubrir. A Javier Fernández aún le queda mucho recorrido futuro; venga, vamos a apoyarlo, que tenemos un héroe en casa.

Francisco González Paredes, sociólogo