En estos días de tanto tráfico aéreo, hoy les vuelvo a hablar de aviones. Como ya se habrán enterado, los trabajadores de una famosa compañía de bajo coste están en huelga. Y motivos tienen para la protesta: esta compañía de aviación es conocida por sus draconianas condiciones laborales. Además de cobrar sueldos raquíticos, sus trabajadores deben pagar de su bolsillo desde los cursos de formación hasta los uniformes. Para saltarse así la legislación española, contrata a sus currantes con legislación de Irlanda, con lo que éstos no tienen médico en España. No dejan enfermar ni con certificado, y para cualquier reclamación, hay que ir a Dublín. La mayoría de los contratos se hacen además a través de empresas de trabajo temporal, sin salario base y cobrando sólo las horas de vuelo. Cuatro trabajadores de Palma fueron despedidos por no resistir la fatiga.
A los clientes los tratan casi peor. Ofrecen vuelos baratos y luego se inventan cargos hasta por respirar. Tienes que imprimirte por Internet la tarjeta de embarque, pero cuando ya has pagado las instrucciones para hacerlo pasan a estar en inglés, y si llegas al aeropuerto sin ella te saquean vivo. Hacen trampa con el tamaño del equipaje de mano, y saltándose la reglamentación oficial que regula las medidas, se inventan el tamaño mínimo y te cobran otro recargo, y otro más por el abrigo, y hasta pretendían cobrar el agua. Y puestos a pretender, el propietario lleva años pretendiendo que, contra toda ley, también cuele que los pasajeros viajen de pie agarrados a una barra, como en el autobús. Viva el confort y la seguridad.
Y hablando de seguridad, es sabido que sus aeronaves vuelan justitas de combustible y más de una vez hubo que darles preferencia de aterrizaje.
Tanta miseria y abuso redundan en la fortuna del simpático propietario irlandés, que acaba de comprarse un palacio de más de diez millones en el centro de Palma. La explotación de unos es la riqueza de otros. Pensándolo bien, lo que cuesta entender es cómo le consienten tanto abuso a este pirata aéreo. Y pensándolo mejor, más vale pagar un poco más y viajar, si no con el glamour de otros tiempos, sí al menos con dignidad. La última de este señor ha sido amenazar con irse de España. Por mí, caballero, váyase Ud. volando.
Francisco González, sociólogo
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