Somos tan modernos, desarrollados y tecnológicos, que el gobierno ha decidido que a partir de ahora los trámites de los trabajadores autónomos con la Seguridad Social deberán hacerse exclusivamente por Internet. Es la moda en todo: se acabó no sólo el papel, sino el trato personal, la entrevista y la oficina. Ocurre en todos los campos: hágaselo Ud. mismo por Internet.
Y la verdad es que Internet está muy bien, pero no para que te obliguen a hacer cosas a través de la famosa red. De entrada, se me ocurre que, como siempre con la tecnología, eliminará puestos de trabajo. Altas, bajas, declaraciones, cambios de domicilio, etc. etc. pasan a ser actos digitales. Por ejemplo, antes, si lo preferían, le daban al autónomo los boletines de pago mensual y el autónomo se acercaba al banco de debajo de su casa y pagaba cuando le venía bien, es decir, cuando tenía dinero. Ahora, sin elección, le cobran el día 31. Vale, dirán Uds., no es tan malo. Y supongo que no, pero pensándolo bien se me ocurre, en segundo lugar, que esta digitalización te obliga a tener cuenta bancaria quieras o no, a trabajar con la, al menos para mí, odiosa institución de la banca, esa que se lleva los rescates milmillonarios y a cambio te cobra cientos de euros al año por cuenta, comisiones, ingresos, descubiertos, transferencias y cualquier cosa por la que puedan saquearte. No descarto que en breve pongan portero en plan discoteca y te cobren por entrar en las sucursales. Desde luego, casi todo el mundo tiene cuenta bancaria, pero, ¿qué sucede, moralmente, con quien no quiera tenerla? ¿Por qué obligarnos a colaborar con tan detestables instituciones privadas? Pasa como con el DNI, que es obligatorio y te multan si no lo tienes, pero sacarlo cuesta once euros. Vivir de jipi en el bosque es hoy una opción tan tentadora como imposible. Tal vez sea una manía mía, pero cada vez sospecho más que tanta electrónica nos está recortando poco a poco la libertad.
Francisco González, sociólogo
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