Ha salido sentencia del caso de La Manada. La indignación que se ha montado es tremenda, y sin duda con razón. Les cuento, a riesgo de ser polémico, cómo veo yo los hechos y la sentencia.
En primer lugar, es probable que la relación múltiple fuera, en principio, consentida. Sí, por mucho que pueda extrañar, las relaciones en grupo son hoy algo relativamente frecuente. Hasta aquí, y sólo hasta aquí, de acuerdo con los condenados, porque parece evidente que algo se torció en la fiesta. En algún momento la chica se sintió mal, quiso parar y no ser filmada, a lo que la Manada hizo caso omiso. Detalle definitivo fue que le robaran, además, el teléfono, lo que dice muy poco del consentimiento y el buen rollo, y de remate el estado calamitoso en que encontraron a la víctima. Parece, pues, que hubo algo más que «abusos», como dice la sentencia, y «violación» parece una descripción más acertada. La trayectoria de los angelitos parece reforzarlo, ya que eran aficionados a usar drogas para atontar víctimas y no era la primera vez que coqueteaban con la violación. De hecho, varios de sus miembros están acusados de otras violaciones anteriores, aunque no es menos cierto que en un juicio se juzgan hechos concretos, no personalidades de la gente.
En segundo lugar, llama muchísimo la atención que entre los agresores se encontraran un guardia civil y un militar, de quienes se supone vocación justiciera y de servicio público, y que en esas características han sido entrenados. Pensándolo bien, y una vez más, hechos como éstos nos hacen plantearnos qué tipo de individuos atraen en realidad esas profesiones y qué filtros se utilizan para su ingreso en cuerpos armados que les confieren el rango de autoridad pública.
Por último, pero no menos importante, el tema de la sentencia. A mucha gente nueve años de cárcel les parece poco, pero tengo que disentir. Sucede aquí como con los asesinatos de niños, que nos dejamos llevar de la emoción y todo el mundo parece a punto de pedir la instauración de la tortura y la pena de muerte. Y no. Con el código actual cumplirán la condena entera, más aún si tenemos en cuenta que algunos de ellos tienen antecedentes y otros están inmersos en otros juicios y tal vez volverán a ser condenados. Trabajé durante años en la prisión y sé lo que es aquello. Según los expertos en estos temas, nueve años es precisamente el tiempo de cárcel tras el cual una personalidad queda deshecha, alterada, ya eres otra persona. Como decía Concepción Arenal, «odia el delito y compadece al delincuente».
Francisco González, sociólogo
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