Estaba a punto de cumplirse un siglo de la tragedia del Titanic, en 1912, cuando un crucero de turistas muy habitual de la bahía de Palma ‘El Costa Concordia’ de la compañía Costa Cruceros naufragó el viernes 13 de enero de 2012 por la noche en la costa italiana, junto a la isla de Giglio. Caso que rescatamos en esta nueva edición de la caja negra, espacio que rescata sucesos destacados de otros años, vinculados con la actualidad.
32 personas fallecieron y centenares de heridos, fue el balance de este trágico suceso, entre los que se encontraban varios mallorquines.
A bordo del Costa Concordia, que tenía previsto hacer escala en la capital balear durante su crucero por el Mediterráneo, viajaban 4.229 personas, entre pasajeros y tripulantes. 177 de los viajeros eran españoles y una docena mallorquines. A las nueve y media de la noche del viernes, los pasajeros se encontraban cenando en uno de los múltiples comedores del crucero de lujo cuando escucharon un fuerte estruendo. Inmediatamente se fue la luz en el barco y se sintió un gran impacto.
Pánico
De inmediato, el capitán intentó calmar a los pasajeros asegurando que se trataba de un problema eléctrico. Sin embargo, las escenas de pánico se sucedieron rápidamente cuando los turistas se percataron de que la nave se estaba inclinando.
El miedo se desató cuando poco después, cuando fueron invitados a ponerse el chaleco salvavidas y a subir al puente para situarse ante las lanchas de emergencia.
Cuando los allí reunidos se dieron cuenta de que no se trataba de un problema eléctrico y que estaba entrando agua en el buque, se vivieron escenas de pánico y empujones es a la hora de embarcar en las lanchas salvavidas y en las patrulleras de los bomberos.
El comandante del crucero, Francesco Schettino, fue detenido y posteriormente el Tribunal Supremo de Italia le condenó de manera definitiva a 16 años de cárcel.
La justicia italiana consideró probado que el capitán del barco provocó el accidente al ordenar el desvío de la ruta original y navegar demasiado cerca de la costa de la isla toscana del Giglio. Según confirmó en el juicio Schettino, quería tener un detalle con un empleado de su tripulación, originario de la isla, y con un capitán jubilado residente en la localidad. Pero la ‘reverencia’ del buque, con toque de sirena incluido, una maniobra habitual en los cruceros cuando navegan cerca de una población, no salió como esperaba.
El capitán Schettino tardó más de una hora en lanzar la señal de alarma y la evacuación fue un completo caos.
Agradecimientos fotos Ultima Hora
Julio Bastida, periodista Ultima Hora-Sucesos
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