El cuerpo humano es mucho más sabio de lo que a veces se piensa y manda señales claras en relación a todo lo que le rodea. Es por esto que las personas ‘meteorosensibles’ son capaces de sentir que se va a producir un cambio en el tiempo en base a las reacciones experimentadas en su cuerpo. Esto no quiere decir ni mucho menos que el dolor de una articulación o la molestia en una cicatriz vaya a desbancar a los meteorólogos, pero sí que existe una relación entre variaciones en la climatología y respuestas en la salud.
Son muchas las hipótesis de por qué ocurre este fenómeno. Una de ellas propone que los pacientes con artrosis podrían tener receptores que actúen con los cambios de presión o las bajas temperaturas y que liberen ciertas sustancias bioquímicas. Pero estos receptores y estas sustancias, si existen, no se han identificado.
La artrosis es una enfermedad articular degenerativa que produce dolor y afecta directamente a la movilidad y autonomía de las personas afectadas. A nivel mundial, se calcula que aproximadamente 300 millones de personas tienen artrosis y en España alrededor de 7 millones, en Balears hablaríamos de casi 100 mil personas.
En un futuro, se podrían modular los tratamientos no farmacológicos y farmacológicos de los pacientes en función de la previsión meteorológica y así evitar el dolor y la incapacidad funcional que comportan este tipo de enfermedades.
Según algunos investigadores la «sensibilidad de algunas personas ante diferentes situaciones atmosféricas se puede traducir, por una parte, en dolores musculares o de huesos». También son frecuentes «molestias en cicatrices» de heridas u operaciones que completen los síntomas más simples que pueden sentir las personas meteorosensibles«. Pero además de estas cuestiones molestas pero de gravedad menor, puede que empeoren otras dolencias más importantes.
Otro tipo de dolencias por cambios de tiempo
Entre estas patologías destacan las de «tipo respiratorio, cardiovasculares e incluso relacionadas con el cerebro», que se pueden recrudecer ante cambios de «temperatura principalmente», pero también por variaciones en la presión o la humedad. A estas afecciones hay que añadirle aquellas de carácter psicológico y emocional, como depresiones o ansiedad, estrechamente vinculadas a la falta de luz. Ante estos cambios «el organismo tiene que aclimatarse, sufre un desequilibrio» ante el que se «pone en marcha un sistema de equilibrio», por lo que en el cuerpo ciertas dolencias se ven agravadas.
Aunque en España son todavía pocos los grupos que estudian la ‘meteorosensibilidad’, en otras partes del mundo hay expertos que analizan y «determinan cómo diferentes situaciones atmosféricas producen un aumento de ingresos en hospitales», principalmente por cuestiones «respiratorias y cardiovasculares».
Más sensibilidad, en primavera y otoño-invierno y verano, pese a ser consideradas las estaciones con un tiempo más extremo, son épocas «más homogéneas», mientras que durante «la primavera y el otoño se experimentan más cambios», lo que influye de forma más intensa en las personas con sensibilidad meteorológica. Esto sucede también cuando se cambia de clima. «Puede afectar física y anímicamente, al estar acostumbrado a un clima con unas temperaturas más o menos cambiantes o unos días de lluvia». También existen personas poco sensibles a estos cambios «de metabolismo más fuerte, más sanas», mientras que los grupos más sensibles son «los niños de hasta 10 años y los mayores a partir de 65-70».
Karel Deprez, Quiropráctico
C/ Font i Monteros,18. Palma
971 71 82 10
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