Los enigmas de Julio Verne: lo que muchos no saben

Dado que ya viene el buen tiempo y la primavera está como quien dice, a la vuelta de la esquina, muchos de nuestros oyentes incluido yo mismo, estamos deseando que llegue el periodo vacacional para separarnos un poco del mundanal ruido y relajarnos. Pero relajarnos ¿cómo?. Sin duda hay muchísimas formas de hacerlo, y más en un entorno como el nuestro, en pleno mar Mediterráneo y con las playas y calas que caracterizan a las Illes Balears. Pero si a ese entorno le añadimos algo de lectura… el placer de esas vacaciones sin duda aumentará.

Hoy vamos a hablar precisamente de eso, de lectura. Pero concretamente de un escritor y divulgador del futuro. Una persona que es conocida en el mundo entero y todas sus obras literarias. Un hombre a quien muchos han calificado de “visionario”, precisamente por las obras que escribió. Estamos hablando que del mismísimo Julio Verne, ya que hace muy poco se ha cumplido el 110 aniversario de su muerte, aunque Julio Verne sigue más vivo que nunca y hoy vamos a contar algunas historias enigmáticas de este “visionario del futuro”.

JULIO VERNE HA SIDO COMPARADO CON “NOSTRADAMUS” EN OCASIONES, PERO ¿CÓMO PUDO ADELANTARSE TANTO EN EL TIEMPO Y ESCRIBIR… “EL FUTURO”?

Realmente nadie sabe cómo lo hacía. Lo que, si es cierto que tanto a él como a Orson Wells, se les consideraba los padres de la “ciencia ficción”. Julio Verne predijo en aquel entonces, la “sociedad científica” en la que vivimos hoy en día. Él escribió “Cinco semanas en globo” cuando aún París se iluminaba con lámparas de gas y esto es una realidad. Sin embargo, Verne decía que la electricidad lo cambiaría todo.

Una de las curiosidades del enigmático Verne, es que hubo una obra escrita que cuando se la entregó a su editor y leyó el título, la rechazó de inmediato. Esa obra se llamaba “París en el siglo XX”. Era tan futurista que su mismo editor le dijo en pocas palabras que “se le había ido la cabeza” y que eso no iba a vender.

¿DE QUÉ TRATABA ESA OBRA SOBRE PARÍS Y CÓMO SALIÓ A LA LUZ?

Jules Hetzel, editor de Julio Verne, le dijo que era demasiado futurista la descripción de París en dicha obra y la rechazó. Esa obra literaria pasó muchísimo tiempo en un arcón encerrada. Ese arcón fue heredado por su hijo Michel, después lo heredó su nieto, Jean Verne y así hasta que, en 1.979, un familiar vio que este arcón tenía varias cosas del ilustre escritor. Cuando lo abrieron, dentro había unas letras del tesoro caducadas evidentemente, varios escritos que pensaron que eran del hijo, de Michel Verne, pero se dieron cuenta de que no pertenecía a Michel sino al mismo Julio Verne. Ahí estaba esa obra, “París en el siglo XX”. En esa obra, Verne se imaginaba que París estaría iluminado con luz eléctrica, que los ciudadanos de París, los parisinos, se desplazarían por la ciudad en un tren que circularía por debajo de la tierra, es decir, por el subsuelo, que es lo que hoy en día es el metro y sobre todo había algo que era como muy “diabólico” para aquel entonces y era lo que Julio Verne denominó “pantelégrafo”, que consistía en que una persona introduciría un documento de papel y otra persona en cualquier otro lado del mundo, lo recibiría o recibiría una copia similar a la original introducida desde el otro punto. Nos estamos refiriendo al “fax”. Entonces muchos se preguntarán ¿cómo podía este hombre visionar estas cosas? La respuesta es, “NADIE LO SABE”.

Pero para más “inri”, la verdadera razón por la que Jules Hetzel no quiso editar aquella obra, era porque Julio Verne, habló en esa obra de que, en el futuro, las ediciones en papel se acabarían. Es decir, que el papel desaparecería, que el mundo del papel sufriría una profunda crisis. Lo que no dijo es en qué medio se publicarían las obras, aunque poco le importó a su editor y por si “las moscas”, le dijo que no lo editarían.

¿HAY ALGUNA OBRA MÁS DESCONOCIDA O PREDICCIÓN DE VERNE QUE NO SE HAYA CONTADO?

Estudiar la vida de este hombre es sin lugar a duda la mejor novela que he podido leer. Hay muchos legajos y escritos de Verne que no se han publicado y que están a buen recaudo en la familia de Julio Verne, pero si me impresionó muchísimo algo y es lo siguiente: Cuando Julio Verne escribió “De la Tierra a la Luna”, lo hizo 104 años antes de que el hombre pisara la Luna (1.969). Julio Verne pensó: ¿Quién puede hacer algo así?. Poner a un hombre en la Luna. Debe ser una nación de gente sin prejuicios, una nación de gente con ganas de poder y demostración, y esa nación no existe en Europa. ¿Quién puede hacer algo así? Tiene que ser una nueva nación, los EE UU (que era un país nuevo en aquel entonces). Julio Verne tiene idealizado un club de financieros que construyen una plataforma en la península de Florida, lo que él la denominó como “Gun Club” (el club del cañón), para lanzar una bala a la Luna. Las dimensiones de la “bala” que llega a la Luna en el libro de Verne, son exactamente las dimensiones idénticas al módulo que finalmente llega a la luna en el Apolo 11. La nave de que la misión Apolo 11 se llamaba “Apolo”, la bala de Julio Verne se llamaba “Columbiat”. Y sé que aquí muchos pueden pensar, bueno pero el nombre de la nave lo pudo haber copiado la NASA, y yo estoy de acuerdo, pero lo que a continuación voy a contar seguro que no deja a nadie impasible.

Julio Verne describió en la novela “De la Tierra a la Luna” como esa “bala” estaba tripulada por tres personas. La misión Apollo 11 estaba tripulada por Armstrong, Collins y Aldrin, es decir, tres astronautas. Verne describe el viaje de la nave como un viaje fantástico de 3 días de ida a la Luna y 3 días de llegada. Es decir, de nuevo Verne hizo no sabemos cómo, los cálculos perfectos en velocidad y distancia. Pero lo más asombroso, y es aquí donde yo al menos me quedé “perplejo” es que Verne cuenta en “De la Tierra a la Luna”, que esa “bala” cae, ameriza, en un punto concreto del Océano Pacífico, que dista del punto original donde cayó el módulo del Apolo 11 en el Pacífico a tan solo cuatro kilómetros. Cabe destacar que el Océano Pacífico tiene 162 millones de kilómetros cuadrados. Es decir, el margen de error es de 4 kilómetros.

David Fernández, experto en ciencia, evolución y misterio. Autor de «La  Misterioteka»

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