El día 3 de septiembre de 1996 en Sa Coma, Mallorca se producía uno de los crímenes más espeluznantes que se recuerdan en la Isla. Peter Rüdeger, conocido popularmente como el ‘doctor muerte’, asesinaba a sus dos hijos en un hotel para evitar que su mujer, de la que se había separado traumáticamente, se quedara con ellos. Es el caso que rescatamos para La caja negra de IB Magazine, espacio dedicado a los sucesos más impactantes ocurridos en Balears en los últimos años.
El radiólogo alemán estaba de vacaciones en la Isla con su hija Katharina, de 8 años, y su hijo Mathias, de 6. Un juzgado de su país le había concedido la guarda y custodia a su exmujer. Tras inyectar un potente somnífero y aire en las venas a los dos pequeños, dejó sus cuerpos sobre las camas de su habitación del hotel y les colocó una flor entre las manos y cogió un autobús en dirección a Pollença. Su supuesta intención era quitarse la vida lanzándose desde el mirador de Formentor. Cuando fue detenido por la Policía Local, deambulando entre las rocas, el germano sostuvo que había querido quitarse la vida en tres ocasiones, pero le había faltado valor.
Su mirada era penetrante y nadie, durante sus años en Palma, intentó agredirle: «Daba miedo cuando te miraba», recuerda un médico que lo trató
El juicio condenó al médico alemán a 34 años de cárcel e ingresó en la penitenciaría de la carretera de Sóller. En 2009, el abogado del ‘doctor muerte’ pidió oficialmente su traslado a una prisión alemana, para que pudiera estar cerca de su familia. Dos años después, en virtud del acuerdo en materia penitenciaria entre España y Alemania, el ‘doctor muerte’ fue trasladado a una prisión de su país. Ya en régimen de tercer grado, sólo acudía a dormir. Últimamente, su estado empeoró por un cáncer y hace unos días falleció.
Ultima Hora consiguió hablar con compañeros y funcionarios que trataron a Rüdeger, el radiólogo alemán que acabó con la vida de sus dos hijos. «No tenía amigos entre los presos de Palma, tan sólo algunos médicos, pues él realizaba las radiografías a los presos en la enfermería», recuerda un ex compañero. El interno ingresó primero en la antigua cárcel de Palma, y después pasó a la nueva, para cumplir los 34 años de condena.
«Siempre leía. Estaba rodeado de libros a todas horas. Era un tío brillante. También pintaba, aunque muy mal», recuerda otro funcionario, que añade: «Mató a sus hijos en España porque sabía que la condena era menor».
Entre rejas, el ‘doctor muerte’ aprendió rápidamente español, que en sus últimos años hablaba con fluidez. Su mirada era penetrante y nadie, durante sus años en Palma, intentó agredirle: «Daba miedo cuando te miraba», recuerda un médico que lo trató. Otro, en cambio, ha desvelado esta semana que Oynzten lo amenazó de muerte porque lo había evaluado: «Me prometió que antes de morir vendría a por mí», afirma este facultativo.
Agradecimientos fotos: archivo Ultima Hora
Julio Bastida, periodista Ultima Hora-Sucesos
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