Todos vemos cada día montones de aviones surcando nuestros cielos y, tras ellos, una estela blanca que va desapareciendo con el paso de los segundos. ¿Sabemos qué son? Mucha gente no. Y ante el desconocimiento siempre surgen las falacias y las mentiras. En esta nueva entrega de ‘entre moléculas‘, nos centramos en este tema de actualidad.
¿Qué mito está asociado a estas estelas?
Existe una teoría, una teoría de la conspiración, llamada “Conspiración de los chemtrails”. La teoría de la conspiración de los chemtrails (rastros químicos) defiende que, a través de productos químicos rociados desde aviones, el gobierno intenta controlar el clima para favorecer el turismo, aunque esto provoque sequías y gotas frías. Otras variantes afirman que en realidad a quienes controlan es a nosotros mismos, para volvernos más sumisos, con intereses comerciales o políticos. Una teoría conspiratorias en toda regla.
¿Qué dice la comunidad científica al respecto?
La élite mundial de científicos atmosféricos desmintió en 2016 la existencia de esta práctica, pero eso no ha logrado acabar con el mito.
Hace unos años incluso se llegó a decir que trabajadores del Instituto de Meteorología reconocieron en un informe de la Unión Europea que España entera estaba siendo fumigada con dióxido de plomo, con el objetivo de alejar las lluvias y poder subir las temperaturas para crear un ambiente climático veraniego para favorecer el turismo.
Ese bulo tuvo tal repercusión que un eurodiputado preguntó por dicho informe para tenerlo en cuenta. El Parlamento Europeo respondió negando la existencia de dicho informe y jamás se encontraron pruebas de ningún plan para cambiar el clima en España.
Pero pese a ello, el bulo continúa y mucha gente lo cree.
¿Puede haber algo de cierto entre tanto argumento a favor y en contra?
La respuesta de la Unión Europea no logró convencer a los escépticos y, un año después, la propia Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) tuvo que publicar un amplio desmentido, dado que había personas que culpaban a la Asociación de estar detrás de estas prácticas.
La sorpresa fue que AEMET explicó que sí existe una práctica –todavía experimental– llamada “siembra de nubes”, que consiste en introducir partículas químicas microscópicas en las formaciones nubosas para acelerar las lluvias. Sin embargo, esta práctica va encaminada a propiciar las precipitaciones, y no al contrario, como quiere hacer creer el bulo de los chemtrails.
¿En qué consiste exactamente la siembra de nubes?
Existen varias metodologías para lograr sembrar nubes:
- Yoduro de plata
- Hielo seco (dióxido de carbono congelado).
- Propano líquido
- Materiales higroscópicos como la sal.
La siembra de nubes requiere que éstas contengan agua líquida sobreenfriada, es decir, en estado líquido por debajo de cero grados Celsius.
La introducción en la atmósfera de sustancias como el yoduro de plata, que tiene una estructura cristalina muy similar al hielo, favorece la nucleación de los cristales de hielo.
El dióxido de carbono sólido o el propano líquido son dos gases enfriados a -78ºC y -42ºC, respectivamente. Al encontrarse con la atmósfera más caliente, se vuelven gases rápidamente provocando una expansión brusca y enfriando el aire de su entorno, promoviendo la nucleación espontánea de los cristales de hielo.
Es cierto que estos productos químicos pueden ser dispensados por aeronaves, pero también por dispositivos de dispersión desde el suelo.
¿Qué impacto tienen esos productos sobre el medio ambiente y la salud de las personas?
Obviamente estos procesos han sido estudiados para que no supongan un perjuicio para la salud pública ni para el medio ambiente. El yoduro de plata puede causar incapacidad temporal o posibles daños residuales con una exposición intensa o continua, pero no daños crónicos. Considerando la bajísima cantidad de este producto que se utiliza y lo que se dispersa al caer, la cantidad que llega por metro cuadrado es ínfima, siendo insuficiente para medirla en el suelo.
¿Qué son las estelas que dejan los aviones comerciales, que no se encargan de sembrar nubes?
Las estelas de los aviones son el resultado de la condensación de vapor de agua alrededor de las partículas emitidas durante la combustión de los motores.
Los escapes del avión contienen el producto de la combustión del combustible: dióxido de carbono y agua. Esto hace que la cantidad de humedad en esa zona de la atmósfera aumente, provocando que ese contenido de agua llegue a su punto de rocío o saturación. El agua pasa de estar en forma de gas a forma líquida y se forma la estela visible.
¿Qué otras teorías conspiratorias científicas nos encontramos?
Lamentablemente demasiadas, todavía:
- La Tierra es plana y la NASA nos los niega.
- El hombre nunca llegó a la Luna.
- Las vacunas causan autismo.
- Estamos gobernados por reptilianos o, en su defecto, por illuminati.
¿Existen pautas para poder detectar una teoría conspiratoria y dudar de ella?
Sí, lo cierto es que en los últimos años con todo el tema de las “fake news” y la desinformación que sufrimos hoy en día en las redes y medios, proveniente de personas que no se molestan en contrastar la información ni probar la verosimilitud de sus datos, se han establecido algunas pautas para establecer si una teoría es creíble o no.
Al final, las teorías de conspiración prosperan porque llenan el vacío que dejan los eventos desconocidos y lo que no puede explicarse.
Pero lo que diferencia una teoría conspirativa de una explicación alternativa de eventos es la presencia de «un plan malvado, planeado en secreto por un pequeño grupo de individuos poderosos».
Cada teoría conspirativa tendrá tres elementos principales: el conspirador, el plan y los medios para una manipulación masiva.
- El conspirador puede ser un organismo concreto con una afiliación identifidable (los illuminati, los masones…). Pero hoy en día también puede ser definido en términos más genéricos (las farmacéuticas, la industria militar o alimentaria, las élites…). Existe la necesidad de identificar a un enemigo poderoso.
- El plan suele ser siempre el mismo: el dominio del mundo y de las personas.
- La manipulación masiva implica que unas mentes maestras están tratando de controlarnos. Y esta manipulación proviene de fuentes fiables para el receptor de la información (ciencia, gobierno, medios…), pero también de todo lo contrario, como los hechos paranormales.
Es un tema realmente complejo e interesante y profundamente analizado desde el punto de vista de la Psicología y de como determinados factores nos ayudan a creernos más o menos bulos y teorías que nos cuentan.
Pedro Juan Llabrés, doctor en química por la Universitat de València, coordinador de Entre Moléculas y del blog Huele a Química.
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