Hoy vamos a hablar de unos productos que desgraciadamente se han puesto muy de moda, y son las bebidas energéticas. Algunos las utilizan para hacer deporte, otros para estar más estimulados y mantener más la atención en épocas, por ejemplo, de exámenes, pero también se han colado recientemente en las fiestas de los más jóvenes. Eso les permite estar más estimulados y poder estar de fiesta más tiempo, y obviamente mezcladas con bebidas alcohólicas.
Una encuesta oficial de la Unión Europea dice que el 80% de los adolescentes europeos consume habitualmente bebidas energéticas, y casi el 20% de los niños de entre 3 y 10 años.
Mezclar bebidas energéticas con alcohol en nuestras noches de fiesta no es para nada una buena idea.
Todas las bebidas energéticas tienen unos ingredientes estrella: la taurina y la L-carnitina. Estas son las que nos venden como las responsables del aumento de la atención, la concentración, etc. Pero lo cierto es que el máximo organismo de autoridad alimentaria de la Unión Europa tiene un informe en el que dice que esos compuestos no presentan tales propiedades, y que sencillamente no tiene ninguna función en el organismo.
Por otro lado, un componente que sí tienen (y mucho) las bebidas energéticas es azúcar. Como ya comenté en otro programa, la cantidad máxima que la Organización Mundial de la Salud aconseja, repito, máxima, es de 25 g al día. Una sola lata de 250 mL de una conocida marca de estas bebidas aporta 27 g de azúcar al cuerpo. ¡De una sentada! Y en una lata de otra conocida marca, ¡hasta 55 g!
Por tanto, solamente por ese detalle, el consumo de bebidas energéticas nunca va a estar justificado desde el punto de vista nutricional.
Otro ingrediente típico es la cafeína, siendo su cantidad habitual de entre 1 y 3 cafés que nos tomamos cada día. Repito, todo eso de una sentada, y en contexto de fiesta a veces más de 2 o 3 de estas bebidas se toman.
Pero, además, estas bebidas se mezclan con otras bebidas alcohólicas, ¿verdad? ¿Qué efecto tiene ese cóctel en nuestro cuerpo?
El alcohol genera en nosotros un efecto de desinhibición, pero también de somnolencia y cansancio. Cuando lo mezclamos con estas bebidas, el efecto de la cafeína y el azúcar lo contrarresta y nos mantiene en pie y dispuestos a seguir con la fiesta, por lo que beberemos más, aumentando nuestros niveles de azúcar, cafeína y alcohol a niveles disparatados en unas pocas horas de la noche.
¿También el alcohol es malo para el organismo?
No engañaremos a nadie si decimos que la ingesta de alcohol es mala para la salud, ¿verdad? Por muy integrada que esté su toma en nuestra sociedad desde tiempos inmemoriales, el alcohol produce una serie de reacciones en nuestro organismo que jamás producen un efecto beneficioso, sino todo el contrario.
El principal alcohol presente en las bebidas es el etanol. Al consumirlo, se produce toda una maquinaria de reacciones bioquímicas que lo transformarán en acetaldehído por tres rutas metabólicas distintas, el cual se acabará transformando en ácido acético.
Así, el etanol que no haya reaccionado afectará a la fluidez de las membranas biológicas, bloqueando los canales responsables de la transmisión de los impulsos nerviosos, por lo que nos cuesta más pensar y razonar.
El acetaldehído que se forma disminuye los niveles de algunos neurotransmisores y explica que nos movamos de manera descoordinada.
El ácido acético es el responsable de que se acumulen ciertas grasas en el hígado, causando los fallos hepáticos típicos del abuso de alcohol.
Además, otros efectos colaterales es el elevado apetito sexual debido al aumento de los niveles de estrógenos, pero acompañados de una impotencia sexual debido a la bajada de la testosterona.
Por tanto, si el alcohol por sí mismo ya causa efectos negativos al organismo, acompañarlo de esa cantidad de azúcares y cafeína, convierte esos cócteles en auténticas bombas para nuestro cuerpo.
Una conocida marca de bebida energética en la comparativa de sinAzucar.org, un proyecto fotográfico que pretende visualizar el azúcar libre que hay en muchos de los alimentos que consumimos habitualmente. La idea es sencilla: se fotografía el producto junto a la cantidad de azúcar que contiene en terrones, usando el mismo lenguaje visual que emplea la industria para vendernos sus productos. Fotografía limpia, iluminación cuidada, retoque atractivo, impacto visual, etc
Entonces, la famosa frase de “una copita de vino al día es buena para la salud”, ¿no es cierto?
Pues siento ser portador de malas noticias, pero ningún nutricionista ni ningún estudio científico avalará como “saludable” el consumo de “una copita de vino al día” o cualquier otro consumo de alcohol.
Alguno de los reclamos para el consumo de vino es, a parte de su sabor y la cultura, es que lleva antioxidantes como el resveratrol. Pues sí, es cierto que contiene antioxidantes, y vitaminas, y sales minerales, y aminoácidos…pero todo lo bueno que puedan aportarnos al organismo esos productos lo enmascara y tira por tierra el consumo del alcohol.
No es que pretenda hacer campaña en contra del vino, pero como científico no puedo sumarme a la idea de que algún tipo de bebida alcohólica pueda ser ‘buena’.
Muchos de los nutricionistas que sigo en redes dicen: es mi responsabilidad contar las verdades a cerca de la nutrición, y jamás podre aconsejar el consumo de bebidas alcohólicas, debo decir que la cantidad permitida de alcohol al día debe ser 0. Y yo hago mío ese mensaje.
Y finalmente, salió hace poco la noticia de que se ha inventado un alcohol que emborracha, pero no da resaca, el Alcosynth. ¿Qué opinas sobre ello?
Sí, leí la noticia. Efectivamente, el científico de David Nutt, director de la unidad de neuropsicofarmacología del Imperial College London, preocupado por el excesivo consumo de alcohol que hay en la población, ha intentado crear una bebida que cause los mismos efectos por los que la gente lo toma, pero sin los comentados efectos adversos (iba a decir secundarios, pero no estoy muy seguro de cual es el secundario aquí).
De hecho, él mismo asegura que «Si se descubriera hoy, sería ilegal como producto alimenticio», debido a su toxicidad en nuestro organismo. Pues bien, en su doctorado este hombre estudió una especie de antídoto contra la embriaguez, bloqueando lo que se conocen como receptores GABA del cerebro. Pero jamás llegó a poder utilizarse para uso clínico porque tomado accidentalmente en estado sobrio tenía efectos secundarios.
Pero gracias a ese estudio pudo aprender mucho sobre esa zona del cerebro y sobre los receptores GABA, aprendiendo a estimularlos o bloquearlos. Y así nace este producto, Alcosynth, el cual todavía está en pruebas de seguridad, pero que aparentemente genera efectos muy similares a la embriaguez porque actúa sobre los mismos receptores que el etanol, el acetaldehído o el ácido acético que comentábamos antes.
Pedro Juan Llabrés, doctor en química por al Universitat de València
autor del blog ‘huele a química’
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