Alimentos ecológicos

La oferta de alimentos ecológicos es cada vez más amplia; basta con fijarse en el espacio creciente que ocupan en las tiendas de alimentación, mercados y supermercados. La búsqueda de una alimentación más natural, la protección del medio ambiente y el cuidado de la salud son los principales motivos que impulsan a muchas personas adquirir este tipo de productos. ¿Realmente son más sanos?. Analizamos todo ello en «entre moléculas» espacio de divulgación sobre química que coordina Pedro J. Llabrés.

Los alimentos ecológicos se han ido adentrando cada vez más en los pasillos de nuestros supermercados, en las tiendas de nuestros barrios, en la publicidad y en nuestro vocabulario.

Se les considera alimentos que, por su forma de ser obtenidos, son más nutritivos y sabrosos, más seguros y su producción tiene un menor impacto para el medio ambiente, todo ello comparándolos con los alimentos convencionales.

¿Qué dice la ciencia de todo ello? ¿Tenemos argumentos científicos que corroboren todas esas afirmaciones?

Venimos a contaros en mayor profundidad y desde el punto de vista estrictamente científico en qué consiste la producción ecológica de alimentos, en qué se diferencia de la tradicional y ayudar a sacar por fin una conclusión clara sobre el tema.

Con respecto a la pregunta, empezaré muy directo: NO EXISTEN EVIDENCIAS CIENTÍFICAS QUE RESPALDEN NINGUNA DE LAS AFIRMACIONES QUE PRESUPONEMOS DE LOS ALIMENTOS ECOLÓGICOS.

¿Nos puedes contar en qué consiste la alimentación ecológica?

Comencemos por poner el tema en contexto:

Un producto ecológico es aquel que se ajusta al Reglamento Europeo 848/2018 sobre producción y etiquetado de los productos ecológicos.

Es decir, son productos que se producen bajo una serie de directrices preestablecidas, y el seguimiento de estas aporta el sello de “Producto ecológico”.

¿Y qué dice esa normativa, a grandes rasgos?

Yendo a lo que más me interesa contar hoy, la normativa sobre producción ecológica promueve una producción alimentaria exenta de productos químicos artificiales, ya sean aditivos, transgénicos, antibióticos, hormonas…que promulga ser más respetuosa con los animales y con el medio ambiente en general.

Por ejemplo, se prohíbe el uso en agricultura de pesticidas de origen sintético, solo de origen natural, como, por ejemplo, el sulfato de aluminio, el hidróxido de cobre, el permanganato de potasio, el etileno, el polisulfuro de calcio, parafinas, azufre…que yo me pregunto…¿qué diferencia habrá entre un producto químico sintetizado por una planta o por mí en el laboratorio? Pero bueno…

También aboga por alimentar a los ganados con los alimentos autóctonos de la zona, en lugar de piensos preparados, y, de nuevo, evitar el empleo de sistemático de sustancias químicas de síntesis en todos sus procesos productivos (ni medicamentos, ni fertilizantes, ni aditivos alimentarios…).

Por ejemplo, se especifica en el reglamento que “los productos veterinarios de síntesis química, incluyendo los antibióticos, pueden ser utilizados, bajo condiciones estrictas y bajo la responsabilidad del veterinario, cuando el uso de productos fitoterapéuticos, homeopáticos u otros sea inapropiado.”

Es decir, se aboga por el uso de medicamentos homeopáticos en animales, lo que, como veremos seguramente el un próximo programa, no sirve para nada, es placebo.

Básicamente vengo a defender a la química y a los productos químicos de síntesis, ya que la alimentación ecológica los denigra completamente, y eso lo utilizan como mensaje del miedo para que los consumidores compren sus productos: “No compréis ese tomate que lleva químicos, compra el mío”. Quimiofobia clásica.

Entonces, el NO uso de productos químicos de síntesis en la producción de los alimentos, ¿repercute o no un beneficio para el consumidor?

Según la conciencia social de que los productos químicos son muy malos, cualquiera te diría que sí. Los mensajes que lanzan en contra de los químicos calan más en la gente, que ya no sabe que pensar y suele decidir más por miedo que por otra cosa.

El problema viene cuando, de esas premisas que yo he dado en cuatro pinceladas, de esa normativa, se deriva automáticamente en: más saludables, más sabrosos, más seguros, y más respetuosos para el medio ambiente. ¿Por qué? ¿Por qué no usar productos químicos de síntesis, o no administrar antibióticos a los animales, va a hacer que sean mejores productos que los demás? Y ahí vamos a entrar a hablar.

Muy bien, entonces, ¿por qué no son alimentos más nutritivos, más saludables y de mejor sabor?

La calidad nutricional de un alimento depende de su composición en vitaminas, fibra, potasio, fósforo, hierro, en fin, los nutrientes esenciales.

Se ha investigado y comparado la composición nutricional de productos ecológicos con productos convencionales y, no se han encontrado argumentos científicos para calificar a unos mejores que otros. La composición nutricional depende de otros factores, como el momento de recolección, su maduración, la alimentación del animal…y pueden o no darse en producción ecológica tanto como en la producción convencional, no son aspectos concretamente regulados por la legislación ecológica.

Y lo mismo ocurre con el sabor: dicen que los tomates no saben a tomate, y eso es debido a que la producción mayorista recoge los tomates verdes y los madura en cámaras. Se cree que es no ocurre con los tomates ecológicos, lo cual no es cierto, ya que se permite tanto el uso de invernaderos, neveras y maduración en cámara. Depende del productor, al igual que los productores convencionales.

El hecho de no utilizar productos químicos, ¿tampoco los hacen más seguros para el consumidor?

Pese a ser cierto que no utilicen productos químicos de síntesis, eso tampoco supone una ventaja per se. ¿Acaso los productos que utilizan no son químicos? ¿Qué importa quien los ha creado, si la naturaleza o un químico? Lo importante es su uso y las cantidades que se utilicen. Lamentablemente, es un argumento quimiofóbico y confuso para el consumidor.  Además, el uso de medicamentos homeopáticos en animales va en contra de no hacer sufrir al animal, ya que se le está administrando puro placebo.

Se piensa que por ello los alimentos serán más seguros, pero nadie habla de la mayor probabilidad que tienen las gallinas ecológicas de consumir plomo del suelo que las criadas con alimentación controlada, o de la posible contaminación microbiana de los cultivos ecológicos por la menor protección contra ellos.

De hecho, se han reportado muchas más alertas alimentarias en relación con la producción en los alimentos ecológicos que en los convencionales.

¿También es un engaño que respeten más el medio ambiente?

En parte, es cierto que se evitan ciertos procesos contaminantes, pero quizá se añaden algunos. Por ejemplo, los cultivos ecológicos necesitan mucho más terreno para conseguir la misma producción que un cultivo tradicional. Se piensa que esos productos son como se suele decir, “de la huerta a casa”, pero la verdad es que la mayoría traen sus productos de otros países o zonas alejadas, por lo que la contaminación por transporte es igual o mayor. Es una afirmación que quizá no es mentira, pero desde luego no se puede calificar como verdad.

¿Qué conclusiones deben sacar nuestros oyentes consumidores de productos ecológicos?

Primero deben sacar sus propias conclusiones, porque las personas, cuando se nos da toda la información, ya somos libres de tomar nuestras decisiones, el problema viene cuando no se nos da toda o se nos da mal.

Parece que sí, pero no estoy para nada en contra de los productos ecológicos, estoy en contra de su mensaje, y de las formar que tienen de lograr sus objetivos. Comprar productos ecológicos no tiene nada de malo. Son productos perfectamente saludables, respetan al medio ambiente y además son productos nutritivos. Pero lo que he venido a desmentir y que creo que se ha entendido, es que no son MÁS saludables, ni respectan MÁS el medio ambiente, ni son MÁS nutritivos, o al menos la ciencia no lo ha demostrado. Se puede comer sano y seguro con una dieta variada y con productos convencionales. De hecho, nunca habíamos tenido un nivel de seguridad alimentaria tan elevado como hoy en día.

Lo único que es totalmente verdad es que son MÁS caros, porque obviamente el coste de su producción es mayor y producen menos. Pero en el bolsillo de la gente yo no me meto.

Por tanto, hoy he pretendido desmentir un mito que va en contra de la ciencia que más quiero, que es la química. Y no es justo que los consumidores elijan unos productos en lugar de otros por miedo a los productos químicos. Son totalmente seguros, totalmente saludables, y encima ayudan a tener más alimentos para que todo el mundo pueda adquirirlos cada día en su supermercado.

Pedro Juan Llabrés, doctor en química por la Universitat de València y autor del blog «Huele a Química«.

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