Un hallazgo en el fondo del Océano revela la huella de un ser desconocido

Muchas son las historias que nos contaban nuestros abuelos sobre criaturas marinas y otras tantas que hemos visto en televisión o leído en libros como uno de mis favoritos “20.000 leguas de viaje submarino” de Julio Verne.
El Océano Pacífico, 361 millones de kilómetros cuadrados, con un volumen de 1.300 millones de kilómetros cúbicos de agua y con una profundidad máxima de 11 kilómetros en el Abismo Challenger.
Los oceanógrafos siempre muestran sus quejas porque dicen que el hombre conoce mucho más el espacio exterior que el fondo de nuestros océanos. Y así es. Sólo conocemos un 1% de las profundidades de nuestro planeta y sólo un robot en 2009. Un vehículo robotizado de ocho millones de dólares alcanzó el punto más profundo del océano, a 10.902 metros, en la Fosa de las Marianas, al fondo del Océano Pacífico, el Abismo Challenger.
Pero lo que ha ocurrido en pleno siglo XXI, no nos va a dejar impasibles ante la posibilidad de la existencia de un “monstruo” marino desconocido para el hombre dejando a un lado las especies de “criaturas” conocidas del fondo del mar.

¿EN ESTE SIGLO AÚN HAY ESPECIES POR DESCUBRIR EN EL FONDO DEL MAR?
En la actualidad tenemos una lista enorme de especies marinas nuevas y no tan nuevas. Muchas de ellas desconocidas para el más común de los humanos, pero no así para los especialistas y oceanógrafos. Lo que sí es cierto, es que muchas de las especies que últimamente se han descubierto han dado motivos para pensar que han evolucionado mucho, siguen evolucionando y otras no. Algunas siguen tal y como eran hace cientos de años y otras, han evolucionado por ejemplo creando una luminiscencia corpórea propia, creando luz, para poder vivir a ciertas profundidades, y otras utilizan partes de su cuerpo luminosas, para atraer la atención de otros animales acuáticos y en el momento que están cerca atraídos por la luz que emiten, atacan para poder comérselos y alimentarse.
Pero respondiendo a la pregunta de si aún hay especies por descubrir en el abismo del océano, tengo que decir que sí. Y prueba de ello es lo que han descubierto y que están analizando en el Centro Nacional de Oceanografía de la Universidad de Southampton (sur de Inglaterra).

¿QUÉ HAN DESCUBIERTO? ¿POR QUÉ ESTA REVOLUCIÓN ENTRE OCEANÓGRAFOS?
Un grupo de oceanógrafos se encontraban haciendo un mapeado del fondo marino. Para ello utilizan una serie de cámaras y robots muy sofisticados que bajan a grandes profundidades donde el hombre no podría saber qué hay en esas profundidades sin la ayuda de esta tecnología.
Pues mientras exploraban con un robot el suelo marino a 4.000 metros de profundidad, se dieron cuenta de algo. Algo que les llamó la atención muchísimo porque lo que en un principio creían haber visto, realmente era lo que habían visto.
Unas huellas enormes con un patrón de seguimiento. Es decir, una serie de huellas muy parecidas a las de un “dinosaurio” (en las fotos recuerdan un poco al as huellas del Tiranosaurus Rex en Parque Jurásico), pero con una profundidad y diámetro con la que se calcula que podría tratarse de un animal posiblemente de un tamaño mucho mayor que el de una ballena y además descartando la posibilidad de que esas huellas hayan podido ser creadas por algo orgánico como una posible piedra o roca enorme rodando o cierto tipo de algas, además de que se encuentran en una zona completamente plana y sin inclinación.
El Centro Nacional de Oceanografía de la Universidad de Southampton, está investigando y comparando con algunos hallazgos descubiertos anteriormente, pero sin obtener ninguna respuesta. La única posibilidad hasta el momento según los biólogos, es que alguna ballena “Jorobada” (la ballena común que estamos acostumbrados a ver), por alguna razón desconocida, bajase hasta esa profundidad y bajo los efectos de “algo” o influida por algo, tuviese un comportamiento extraño y fuera de lo común y hubiese realizado esas huellas de alguna manera. Se han fijado en la ballena Jorobada más que nada por el tamaño de las huellas y no por nada más.
Pero es que lo que de nuevo vuelve a tirar por el suelo esa hipótesis, es que las huellas siguen un patrón común en cuanto a dimensiones, profundidad de la huella, forma y separación entre huella y huella y creen con certeza que se puede tratar de un animal bípedo por la disposición de las huellas en el fondo.
Si nosotros mismos que estamos en Illes Balears en pleno Mar Mediterráneo, con una profundidad máxima de 5.267 mts no sabemos lo que hay a esa profundidad, imagínate a 11 kilómetros.

En fin… esto es lo que sucede en el abismo de nuestro planeta con un 99% de ese abismo inexplorado, y así se lo hemos contado en La Misterioteka.

David Fernández, experto en ciencia, evolución y misterio. Autor de La Misterioteka

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