Ha salido un informe muy interesante. El Instituto de Economía y Paz, de Australia, ha hecho público el Índice de Paz Global 2018, que se dedica a medir el nivel de paz de cada país, contabilizando para ello su implicación en guerras, la delincuencia callejera (como los robos, violaciones y asesinatos), la militarización de cada sociedad y el terrorismo. Aunque creo que la paz es algo más que la mera ausencia de violencia física, el informe no deja de ser ilustrativo, aunque ofrece pocas sorpresas. A la cabeza de la tranquilidad y el buen rollo, Islandia, seguida de Nueva Zelanda, Austria, Portugal y Dinamarca. Por la cola, los infiernos en la Tierra se hayan en Afganistán, Sudán del Sur, Irak, Somalia y Siria, todos países en guerra abierta. Por el medio, pasándolo mal, África y Sudamérica, donde salir a la calle cada día es una aventura peligrosa.
¿Y España? Pues no es para echar cohetes, puesto 30, muy lejos del cuarto puesto de nuestro vecino Portugal. Para hacérnoslo mirar. Cuenta también el informe que la violencia cuesta al mundo cada año dos mil dólares por persona, una verdadera fortuna en la mayor parte del mundo; tanto, que si se dedicara al desarrollo seguramente ya no habría violencia. Paradojas de la vida, o estupidez humana, como prefieran.
La paz es buena en sí misma, pero además, como decía el filósofo Foucault, la violencia suele la mejor excusa del poder para controlarnos y reprimirnos. Una sociedad en paz es una sociedad libre, y el derecho a no temer por la propia vida es el primero de los derechos humanos, porque si no garantizamos la vida y la integridad de las personas no podremos garantizar nada más. En el desarrollado, culto y científico siglo XXI el mundo debería vivir ya en paz. ¿A qué estamos esperando? ¿Cómo es posible que seamos incapaces de vencer los intereses económicos de unos pocos?
Como soy un tipo tranquilo y pacífico, yo me iría conformando con que el novio de mi vecina no meta tres bocinazos a la hora de la siesta cada vez que viene a buscarla, que eso sí que es violencia.
Francisco González, sociólogo
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